Supongo que era cuestión de tiempo…
¿Recuerdan aquellas sefies de individuos (as) que tenían de fondo el escenario doloroso de alguna catástrofe?
Sonrisas en un primer plano, pero de fondo alguna casa derrumbada por un sismo; alguna balacera en proceso, accidente vial, incendio…etc.
En algún momento lo consideramos de mal gusto y hasta ofensivo pero irremediablemente pasaron por el filtro de la cotidianidad para ser parte de la colección de memes en la red.
Bueno; pues aquel momento parece que al fin fue superado.
Documentar la tristeza a través de las redes sociales no parece algo irrelevante; los ataques de comportamientos erráticos parecen ser más frecuentes y suelen tener un gran impacto de quien los vea porque sobre todo fueron resultado de la espontaneidad y del famoso “momento incómodo” que nadie pudo prever.
Documentarlo y subirlo a redes es una cosa…pero ¿qué sucede cuando esta bomba emocional es subida con toda intensión y además es manejada como un producto de mercadotecnia digital?